lunes, 23 de abril de 2012

¡Sorpresa!

Salió de casa con una falda negra, muy corta, amplia y una blusita escotada estampada con cerezas, durante su trayecto todos la miraban con lujuria pero no era a esos desconocidos a quienes ella quería excitar. Llegó a su destino, hizo una llamada, eran las 3 pm y estaba ansiosa de verlo; él estaba en su oficina, se escapó para poder verla, se saludaron sin tocarse pero podía verse la ansiedad en sus rostros, le pidió que la acompañara al carro, mientras atravesaban el estacionamiento ella reconoció el carro de un amigo, estaba nerviosa pero sabía muy bien lo que quería, por fin llegaron al carro, se sentó en el asiento trasero, el sonreía y le decía "conozco esa carita de pícara, algo estás tramando", comenzaron a besarse, cada segundo con más y más intensidad, él besaba su cuello, sus orejas, su boca, con sus manos comenzó a acariciar sus senos y los dejó al descubierto bajando los tirantes de la blusa. 

Ella se sentó sobre él, le devolvió los besos en el cuello, las caricias, y lentamente empezó a desabotonar la camisa blanca de mangas recogidas que él vestía ese día, comenzó a moverse suavemente sobre él mientras éste le subía la falda, descubrió con agrado que ella no llevaba ropa interior, atrevida, le decía, ¿saliste así de casa?. Sí, decía ella con su sonrisita, él ya estaba demasiado excitado y ansioso, se acostaron en el asiento, seguían besándose, mientras él acariciaba su húmedo sexo ella le pedía que la penetrara... y así lo hizo, durante todo el rato que estuvo sobre ella los carros pasaban y pasaban por la rampla de salida, pero no importaba el ruido afuera, los gemidos de ambos eran más fuertes, más intensos, más importantes. 


El ligero susto de ser descubiertos hacía todo más vivo, más agudo, ella lo envolvía con sus piernas y le suplicaba que le diera más fuerte mientras él disfrutaba intensamente cada segundo dentro de ella, el aire estaba muy cálido debido al encierro, sudaban más, sentían más, terminaron al tiempo, vieron el reloj, habían transcurrido casi 40 minutos, él necesitaba una buena excusa al regresar, pero era lo menos importante, se arreglaron un poco, ella se puso ropa interior que traía guardada en su bolso y salieron del carro, camino a la salida encontraron al amigo del carro que nuestra pequeña traviesa había reconocido, lo saludo aún sonrojada y siguió, vio en la cara de su amigo que sospechó algo, le causó gracia. Se despidieron con un besito y ella regreso a casa, ésta vez las miradas fueron más penetrantes, como si todos pudieran ver el sexo en su rostro.

Y desde ese día él siempre le dice que nunca olvidará verla llegar con esa falda y descubrir que se encontraba desnuda pero sobre todo la sorpresa de recibir algo que no esperaba de una manera tan deliciosa.