jueves, 10 de enero de 2013

Un pequeño gesto


Cuando otro hombre me posea extrañaré tu dedo en mi ano, no me hará falta, no es una necesidad, simplemente lo extrañaré como un gesto tuyo, algo que me gustaba que hicieras y que no quiero que haga alguien más. No es sólo la acción de introducirme el dedo mientras me penetras -ni la indescriptible sensación que me produce, donde la línea entre el placer y el dolor se torna borrosa y degenera en una emoción nueva, que ahoga y al mismo tiempo es dulce- es lo que significa tu dedo en mi ano, la sumisión, la entrega, el ser tuya de todas las formas posibles, sin límites, sin negativas. La tácita aceptación de que me dominas, tu poder sobre mi se revela en cada suspiro, en cada gemido que emito, en la contorsión de mi cuerpo que sufre de placer. 



 Ya te extraño y nadie me ha poseído. Ya lo necesito y no puedo pedírtelo. Me queda el recuerdo de la sensación para atormentarme, para imaginarme tuya; cerrar los ojos y sentir que me embistes hasta descontrolarme e introduces tu dedo para prestarme calma y hacer que sienta a tu ritmo.